El tabaco es actualmente una de las mayores amenazas para la salud, esto según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tabaco mata tanto a fumadores directos, como a los fumadores pasivos. Aquí podemos hablar sobre las peligrosas secuelas que acarrea el mal hábito de ser fumador.
Este hábito de fumar no solo genera problemas respiratorios y pulmonares, sino también enfermedades bucales que pueden llegar a ser muy graves sino se atacan a tiempo y si no se mantiene una buena higiene bucal.
El tabaquismo en uno de los hábitos más dañinos para nuestra salud. Dentro de los peligros que están vinculados con el tabaco, muchos de estos afectan la salud de nuestra boca. Muchas de estas se pueden observar y otras que no se pueden ver, pero ambas son igual de graves.
¿Qué sucede en nuestra boca cuando fumamos?
El tabaquismo debilita a los anticuerpos que se tienen en la boca para combatir las infecciones. Esto lleva a que sea una tarea difícil pelear con una infección en esta zona. El consumo de tabaco en cualquiera de sus presentaciones, ya sea cigarrillos, pipa, tabaco de mascar y puros, aumentan el riego de contraer enfermedades bucales, ya que es una zona húmeda expuesta a contraer fácilmente las enfermedades.
Enfermedades que produce el tabaco:
El consumo habitual de tabaco afecta negativamente a toda la cavidad oral, desde la mucosa hasta los dientes y encías. A continuación, te explicamos con más detalle las enfermedades más comunes asociadas al tabaquismo:
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Manchas en los dientes: La nicotina y el alquitrán presentes en los cigarrillos se adhieren al esmalte dental, provocando coloraciones amarillas, marrones o incluso negras en los casos más graves. Estas manchas no desaparecen con el cepillado y requieren limpiezas profesionales para ser eliminadas.
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Caries dentales: Fumar reduce el flujo y la calidad de la saliva, lo que facilita la acumulación de placa bacteriana. Además, la boca del fumador es un entorno más ácido, lo que acelera el desgaste del esmalte y favorece la formación de caries, especialmente en zonas difíciles de limpiar.
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Halitosis (mal aliento): El tabaco altera la flora oral y disminuye la oxigenación de los tejidos bucales, lo que genera un olor persistente y desagradable. Esta halitosis no se elimina fácilmente con chicles o enjuagues y requiere tratamiento profesional.
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Enfermedad periodontal: Es una de las consecuencias más graves del tabaquismo en la boca. Se trata de una infección crónica que afecta a las encías y al hueso que sostiene los dientes. Fumar debilita las defensas inmunológicas, lo que permite que las bacterias avancen más rápido y destruyan los tejidos periodontales, provocando movilidad dental e incluso la pérdida de piezas.
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Palatinitis nicotínica: Se presenta como una lesión blanquecina con pequeños puntos rojos en el paladar, especialmente en fumadores de pipa. Aunque suele ser benigna, es una señal de que la mucosa está sufriendo agresiones térmicas y químicas constantes.
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Leucoplasias: Son manchas blancas que aparecen en cualquier parte de la boca y que no se desprenden al rasparlas. Son lesiones precancerosas que deben vigilarse de cerca mediante controles con el odontólogo.
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Cáncer oral: El tabaquismo es uno de los principales factores de riesgo para el cáncer de boca, lengua, encías o garganta. El 80% de los casos de cáncer oral están relacionados directamente con el consumo de tabaco en cualquiera de sus formas (cigarrillos, puros, tabaco de mascar o pipa). En fases avanzadas, puede comprometer gravemente la calidad de vida e incluso resultar mortal.
¿Cómo las prevenimos?
Prevenir los efectos del tabaco en la salud oral requiere una combinación de higiene rigurosa, visitas regulares al odontólogo y, por supuesto, abandonar el hábito tabáquico. Aquí te explicamos cómo hacerlo:
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Cepillado dental después de cada comida: Utiliza un cepillo de cerdas suaves y un dentífrico con flúor. Cepíllate durante al menos dos minutos y asegúrate de llegar a todas las superficies dentales, encías y lengua.
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Uso de hilo dental o cepillos interdentales: Estos complementos son esenciales para eliminar la placa y restos de alimentos entre los dientes, zonas donde el cepillo no llega. Esto ayuda a prevenir la inflamación de encías y la formación de caries interproximales.
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Enjuagues bucales antisépticos: Emplear un colutorio sin alcohol puede ayudar a controlar la proliferación bacteriana y mantener un aliento más fresco. Algunos enjuagues específicos ayudan también a fortalecer las encías.
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Revisiones odontológicas periódicas: Acudir al dentista al menos dos veces al año permite detectar cualquier lesión precancerosa, caries o signos de enfermedad periodontal en fases tempranas, cuando todavía pueden tratarse de forma sencilla.
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Limpiezas dentales profesionales: Los fumadores deben realizarse profilaxis con mayor frecuencia (cada 4-6 meses) para eliminar manchas y sarro acumulado, y evitar que estas sustancias penetren en el esmalte o la encía.
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Abandono del tabaco: Esta es, sin duda, la medida más importante. Dejar de fumar reduce drásticamente el riesgo de cáncer oral y mejora la respuesta del organismo a cualquier tratamiento dental, incluidos los implantes.
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Cuidado específico de implantes dentales: En pacientes fumadores, el riesgo de fracaso en tratamientos de implantología aumenta considerablemente, especialmente en el maxilar superior. Por ello, es fundamental seguir las indicaciones del implantólogo y extremar la higiene oral.
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